Leyes sobre la criptografía
El problema de la legislación
Existen leyes relativas a Internet, pero generalmente son inadecuadas y cada país tiene su propia legislación. Tanto es así, que hace unos años atrás, Francia prohibió todas las formas de cifrado (con la excepción de las firmas desde 1990) ya que los políticos creían (algunos todavía lo creen) que los ciudadanos no podían tener acceso a las herramientas criptográficas utilizadas por los militares. Las normas francesas se han flexibilizado desde entonces, pero aún están rezagadas con relación a países como Estados Unidos, que brinda a sus ciudadanos la libertad de cifrar sin ninguna cortapisa.
No obstante, el Estado no tiene ya control sobre el contenido de los intercambios, para regocijo de los hackers (con las transacciones bancarias, por ejemplo), de la Mafia y de los terroristas (con intercambios de datos que ponen en peligro la seguridad nacional).
Por otro lado, el comercio electrónico necesita de los servicios criptográficos para asegurarse de la entrega al cliente y garantizar el pago.
El Estado, por lo tanto, necesita tener acceso a cierta información para poder luchar contra los terroristas. Las claves parecen ser el mejor método de garantizar la identificación.
Terceros de confianza
La nueva legislación autoriza a cualquier persona (física o legal) a usar software de cifrado mientras proporcione las claves a una entidad certificada por la DCSSI (División Central de Seguridad de los Sistemas de Información Franceses). En caso de duda, esta entidad puede entregar las claves de cifrado a los tribunales. Este tercera parte de confianza no depende del Estado; éste último debe establecer procedimientos legales para la verificación de los mensajes cifrados.
La lentitud de Francia
Francia es, como en muchas otras áreas, extremadamente lenta para las cuestiones administrativas (otros países son incluso más lentos) y, en particular, en lo que se refiere a los asuntos legales. Tal es así que, cuando aparecen las leyes, las tecnologías ya han cambiado y aquéllas ya resultan obsoletas. ¿De quién es la culpa? ¿La ley es demasiado lenta o el mundo cambia demasiado rápidamente? Un poco de ambas razones, probablemente...