La mina de oro más grande del mundo es accesible para todos
Por increíble que parezca, millones de toneladas de oro se encuentran en lugares accesibles en todo el mundo. Sin embargo, no son fáciles de eliminar.
La humanidad ha estado fascinada por el oro durante miles de años. Siempre ha simbolizado riqueza, poder y prestigio. Aunque gran parte de este metal precioso se encuentra en lo profundo de las montañas o disperso a lo largo de los lechos de los ríos, los océanos esconden un secreto sorprendente: contienen las mayores reservas naturales de oro jamás descubiertas.
La NASA estima que hay unos 20 millones de toneladas de oro disueltas en el agua de mar. Para entender la escala, consideremos que a lo largo de la historia, sólo se ha extraído unas 200.000 toneladas de oro, es decir 100 veces menos. Y las sorpresas no terminan ahí: según los geólogos, el núcleo de la Tierra contiene 2 millones de billones de toneladas de oro.
Sin embargo, extraer oro de los océanos es una tarea difícil. El oro se encuentra disperso en pequeñas concentraciones en grandes volúmenes de agua. La tecnología moderna no puede hacer viable este proceso, a pesar de la atracción de reservas tan enormes.
Pero el oro no es el único tesoro escondido del océano. Debajo del fondo marino, cerca de las crestas submarinas, los depósitos de metales como cobre, plata y oro se concentran en formaciones llamadas fumadores negros, estructuras parecidas a chimeneas que liberan líquidos ricos en minerales desde las profundidades de la Tierra. Estas regiones ya han atraído a grandes empresas y, en 2017, Papúa Nueva Guinea emitió su primer permiso de minería submarina, lo que podría iniciar una nueva fiebre del oro.
Sin embargo, esta búsqueda de recursos conlleva graves riesgos ambientales. Los ecosistemas que rodean a los fumadores negros son frágiles y albergan especies raras que dependen de su química única. La alteración de estos hábitats puede causar daños irreparables, destruyendo cientos de kilómetros cuadrados de vida marina cada año y alterando las delicadas cadenas alimentarias.
Por muy tentador que sea el potencial económico, los costos ambientales son muy alarmantes. Proteger los ecosistemas oceánicos mientras se exploran los recursos oceánicos es uno de los mayores desafíos que enfrentamos. En última instancia, el mayor tesoro del nuestro planeta puede ser la capacidad de protegerlo para las generaciones futuras.