Los árboles que "caminan": recorren distancias sorprendentes cada año

Los árboles que "caminan": recorren distancias sorprendentes cada año

En el corazón de la Reserva de la Biosfera Unesco Sumaco, en Ecuador, la palmera Socratea exorrhiza, conocida por su inusual movimiento, parece "caminar" por el bosque.

En las profundidades de la Reserva de la Biosfera Unesco Sumaco, en Ecuador, las palmeras Socratea exorrhiza se han ganado una curiosa reputación: parecen "caminar" por el bosque. Estos árboles, aunque arraigados en un lugar, parecen cambiar de ubicación con el tiempo, moviéndose en busca de mejor suelo o luz solar. Aunque la idea de un árbol que camina pueda sonar fantástica, su movimiento gradual es real: algunos árboles se desplazan de dos a tres centímetros al día. En el transcurso de un año, pueden recorrer una distancia sorprendente, haciendo que parezca que migran lentamente por el suelo del bosque.

El proceso que subyace a este movimiento está ligado al singular sistema radicular del árbol. Cuando el suelo bajo un árbol Socratea exorrhiza se erosiona o debilita, empiezan a crecer nuevas raíces en un terreno más estable. Estas raíces acaban anclando el árbol y, a medida que las nuevas raíces se afianzan, las más viejas se elevan en el aire. Con el tiempo, este desplazamiento gradual de las raíces hace que el árbol se incline y se mueva hacia el nuevo crecimiento, arrastrándose a sí mismo. El paleobiólogo Peter Vrsansky, de la Academia Eslovaca de Ciencias, ha observado este fenómeno de primera mano y describe cómo el árbol se desplaza pacientemente en busca de mejores condiciones de vida. Esta lenta migración puede durar años, por lo que es casi imposible advertirla sin una observación a largo plazo.

A pesar del escepticismo de algunos científicos, este movimiento a cámara lenta ha intrigado a muchos investigadores. Peter Wohlleben, en su libro La vida oculta de los árboles, explica cómo todos los árboles, no sólo la Socratea exorrhiza, están en constante movimiento, aunque a un ritmo que nos resulta difícil detectar. Las raíces, en su búsqueda de nutrientes y agua, pueden crecer en distintas direcciones y, con el tiempo, hacer que un árbol cambie sutilmente de posición. Del mismo modo, las ramas de los árboles se extienden hacia la luz solar, moviéndose lentamente para maximizar la exposición. Estos pequeños ajustes ayudan a los árboles a sobrevivir y prosperar en entornos siempre cambiantes.

 

Además de su capacidad de movimiento, los árboles poseen otras extraordinarias características de supervivencia. Cuando sufren daños, pueden curarse a sí mismos haciendo crecer nuevos tejidos o sellando las heridas con resina, una defensa natural contra daños mayores. Estas capacidades de adaptación son vitales en sus entornos forestales, donde la competencia por recursos como la luz solar y los nutrientes es feroz. La capacidad de desplazarse gradualmente hacia un suelo o una luz solar mejores es sólo una de las muchas formas que tienen los árboles de asegurar su supervivencia en la naturaleza.

Mientras tanto, prosiguen los esfuerzos para proteger la Reserva de la Biosfera de Sumaco, hogar de estas extraordinarias palmeras. Los conservacionistas trabajan para preservar la zona de la deforestación y la tala mediante la compra de terrenos y su conversión en una zona de investigación protegida. Se está debatiendo la posibilidad de vender partes de la reserva a universidades o institutos de investigación, o de utilizarla para promover el ecoturismo, lo que podría ayudar a concienciar y recaudar fondos para los esfuerzos de conservación en curso. Los árboles caminantes de Ecuador nos recuerdan la complejidad y adaptabilidad de la naturaleza, y la importancia de proteger estos ecosistemas antes de que sea demasiado tarde.