Aprende este truco para saber elegir los mejores melones
Elegir una manzana o una pera puede que no sea un gran secreto. Pero cuando se trata del melón, la tarea no parece tan sencilla.
El verano es sinónimo de muchas frutas deliciosas y una de ellas es el melón. Comer melón puede ser la manera perfecta de refrescarse en épocas de calor, pero comprarlo puede ser una pesadilla, ya que no es tan fácil saber si está maduro como sucede con otras frutas, por ejemplo un plátano o una manzana.
El melón es una fruta jugosa, y por lo tanto hidratante, además de ser rica en vitaminas y minerales. Podemos comerla como entrante con jamón, usarla en sopas frías, o en postres como ensaladas de fruta o helado. Esto, por supuesto, a condición de elegirla cuando esté en su punto.
¿Has notado que el melón tiene lo que parece ser una pequeña cola? Se trata del tallo de la fruta que, cuando se desprende con facilidad, indica que está madura y lista para consumirla.
Otro indicio que te servirá para escoger bien los melones es su color: cuanto más maduro está, más saturados son sus colores. Esto significa que las franjas verdes se vuelven más verdes y más visibles.
La piel del melón también nos indica si está listo para comerlo o no. La idea es que al exprimir ligeramente el melón sientas que la piel cede un poco, pero no del todo. El melón no debe sentirse demasiado blando.
Sabemos que el melón es aromático, pero hay que olerlo también antes de abrirlo. Esta fruta adquiere un aroma más intenso a medida que madura. Por tanto, un melón maduro es un melón extremadamente aromático.
Además, el melón se vuelve más pesado a medida que madura. Por lo tanto, si no estás decidido entre dos frutas de aproximadamente el mismo tamaño, pésalas para determinar cuál es la que debes elegir.
La manera de conservar el melón también afectará su sabor y textura. Una vez que compres la fruta, déjala a temperatura ambiente y mantenla alejada del frigorífico, ya que el frío puede dañar su textura. Si lo abres y no te lo comes todo, entonces sí, guárdalo en el frigorífico cubierto de film plástico o en un táper.
Limita su consumo al verano, ya que es una fruta de temporada y su sabor en otras épocas del año no será el mismo. Por otro lado, si lo congelas, no se recomienda comerlo así nada más, ya que su consistencia habrá cambiado. Podrás aprovecharlo para hacer smoothies, helados o sopas frías.