Cuando están estresadas, las células cancerosas se unen en redes de tejidos: cómo protegerse
Se ha demostrado que el estrés crónico contribuye al desarrollo de células cancerosas. Esto es lo que los médicos recomiendan para reducirlo.
El estrés forma parte de nuestra vida cotidiana, y saberlo manejar se ha convertido en una preocupación para muchos. El estrés crónico puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, obesidad o accidentes cerebrovasculares, sino que también promueve la propagación de células cancerosas. Según estudios recientes, contribuye a que las células tumorales hagan metástasis más rápido.
El estrés crónico somete al cuerpo a una tensión constante. Las hormonas del estrés de la clase de los glucocorticoides desempeñan un papel crucial. Influyen en los glóbulos blancos llamados neutrófilos, encargados de combatir los patógenos. Sin embargo, bajo estrés sostenido, estas células inmunes expulsan ADN y proteínas y forman las llamadas trampas de neutrófilos extracelulares (NET), estructuras en forma de red que atrapan las células tumorales.
Estas redes NET permiten que las células cancerosas se asienten más fácilmente en el tejido y hagan metástasis. El tejido estresado se vuelve más susceptible a la propagación de células tumorales.
Un estudio del Laboratorio Cold Spring Harbor de Nueva York examinó con más detalle los efectos del estrés crónico en pacientes con cáncer. Los ratones con cáncer de mama o de páncreas a los que se les extirpó quirúrgicamente su tumor primario desarrollaron hasta cuatro veces más metástasis bajo estrés prolongado que los animales sin estrés.
Lo que fue particularmente sorprendente fue que los ratones estresados tenían una mayor concentración de glucocorticoides en la sangre y una mayor formación de NET en los tejidos afectados.
Para confirmar el papel de los neutrófilos y su formación de NET, los investigadores llevaron a cabo más experimentos: en una serie de experimentos, las células inmunes se eliminaron utilizando anticuerpos o medicamentos. En el otro, un cambio genético aseguró que los neutrófilos de los ratones ya no respondieran a las hormonas del estrés. En ambos casos, los ratones no desarrollaron metástasis adicionales a pesar del estrés. La formación de NET se suprimió por completo y las células tumorales no pudieron propagarse más.
Incluso en ratones sanos, el estrés crónico provocó la formación de NET y cambios en el tejido. Estos cambios podrían allanar el camino para un cáncer posterior. "En cierto modo, el estrés prepara el tejido para que sea más susceptible al cáncer", explica el líder del estudio, Mikala Egeblad.
Los resultados del estudio podrían tener consecuencias de gran alcance para la prevención y el tratamiento del cáncer. En particular, el desarrollo de fármacos que impidan la formación de redes NET. Estos agentes podrían ralentizar la formación y propagación de metástasis, especialmente en pacientes cuyos tumores aún están localizados.
El manejo del estrés también juega un papel central. Reducir o gestionar mejor el estrés puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer y metástasis.