"Faros" de néctar. ¿Cómo ven el mundo las abejas?
Quizás algún día la ciencia y la tecnología nos permitan ver el mundo como lo ven las abejas. Mientras tanto, sólo podemos imaginarlo, ¡y es tremendamente interesante!
El mundo que vemos los humanos es diferente al que ven otros seres vivos. Muchos animales e insectos pueden ver cosas que nos son inaccesibles.
¿Alguna vez te has preguntado qué pueden ver y qué no pueden ver las abejas? Al igual que otros insectos, las abejas tienen un rango de percepción visual más amplio que el de los humanos. No distinguen el color rojo, pero ven la radiación ultravioleta, que es invisible para nosotros. Y esta habilidad se ha desarrollado en ellos a lo largo de la evolución y juega un papel muy importante en sus vidas. Les ayudan a encontrar y distinguir diferentes flores.
Muchas flores tienen patrones especiales donde se ubica el néctar y el polen que reflejan los rayos ultravioleta. Estos patrones indican a las abejas dónde se encuentra su alimento. Así, las flores literalmente "iluminan" su alimento para las abejas, ¡como "faros" para los barcos!
¿Y cómo sabemos cómo ven el mundo las abejas? Los científicos, por supuesto, no pueden experimentar la experiencia visual de las abejas, pero utilizan métodos indirectos para determinar su mecanismo de visión.
Por ejemplo, exponen a las abejas a luz de diferentes longitudes de onda y registran la actividad de sus fotorreceptores. Si una abeja no reacciona ante una determinada onda de luz, entonces no la ve. Las abejas también están entrenadas para asociar un determinado color con una fuente de alimento, como la mermelada. Luego se les ofrece la posibilidad de elegir entre varios "faros" de diferentes colores. Si las abejas siguen eligiendo mermelada, significa que distinguen un color determinado.
La visión de las abejas es tan fuerte que les permite encontrar flores desde muy lejos. Además, estos insectos tienen un sentido del olfato muy desarrollado, lo que les ayuda a encontrar flores mediante el olfato cuando se acercan a su preciado alimento.
Lo más interesante de esta característica es que durante el curso de la evolución, las plantas y los insectos polinizadores se adaptaron mutuamente. Las abejas que identificaban mejor estas flores recibían más alimento y también tenían una ventaja en la selección natural. Y las flores que atraían a más polinizadores tenían más probabilidades de reproducirse.