Dos cosas que debes saber si quieres aprovechar los beneficios del ajo
El ajo ofrece muchos beneficios gracias a su sustancia activa única. Sin embargo, para aprovecharlo plenamente, hay que respetar dos reglas esenciales a la hora de utilizarlo en la cocina.
Cocido, machacado, picado... El ajo es uno de los ingredientes más utilizados en la cocina, tanto por su sabor como por sus beneficios para la salud. Conocido desde hace miles de años por sus propiedades medicinales, el ajo es especialmente apreciado por su capacidad para reforzar el sistema inmunitario, reducir la tensión arterial y prevenir ciertas enfermedades. Tiene propiedades inmunoestimulantes, antibacterianas, antiinflamatorias, antioxidantes y antibióticas.
Sin embargo, para aprovechar al máximo sus beneficios, es crucial saber prepararlo correctamente. Para maximizar los beneficios de este superalimento hay que tener en cuenta dos factores críticos aunque poco conocidos: el método de preparación y el tiempo de espera antes de cocinarlo.
El ajo contiene alicina, responsable de su sabor picante y sus efectos terapéuticos. Sólo tres dientes de ajo contienen alicina suficiente para proporcionar al organismo la misma acción antibacteriana que una dosis estándar de penicilina, sin sus efectos secundarios. No es de extrañar que al ajo se le llame a menudo "la penicilina de la naturaleza". Sin embargo, esta sustancia no se encuentra de forma natural en el ajo fresco. De hecho, sólo se forma cuando se rompen los tejidos del ajo, como al cortar o aplastar un diente. En ese momento, se generan dos compuestos distintos -la alinasa y la alicina- que, al entrar en contacto, crean la alicina. Pero ten cuidado de no cometer el error de cocinar el ajo inmediatamente después de cortarlo, porque estas dos sustancias necesitan tiempo para reaccionar y producir alicina. Por otra parte, el ajo no debe dejarse expuesto al aire durante demasiado tiempo, ya que la alicina es un compuesto especialmente inestable. Por lo tanto, se recomienda dejar reposar el ajo de 10 a 15 minutos antes de cocinarlo.
Sin embargo, las dificultades para conservar los nutrientes del ajo no acaban ahí, ya que la alicina es una sustancia frágil que se degrada rápidamente cuando se expone al calor. Si el ajo se cocina a una temperatura demasiado alta, se pierden gran parte de sus beneficios. Para evitarlo, lo mejor es añadirlo al final de la cocción, cocinarlo a fuego muy lento y durante poco tiempo. También puedes utilizarlo crudo, por ejemplo, en pestos, vinagretas o espolvoreándolo sobre platos ya cocinados.
Así pues, recuerda que la próxima vez que cocines con ajo: empieza por picarlo, déjalo reposar de 10 a 15 minutos y, a continuación, cocínalo suavemente o añádelo crudo a tus platos. De este modo, podrás aprovechar al máximo los beneficios de este superalimento para la salud, al tiempo que disfrutas de su maravilloso sabor.